
Películas de terror recientes como la precuela de Ti West, *Pearl*, y la reinterpretación de *Nosferatu* de Robert Eggers provocaron intensos debates tras su estreno en 2022 y 2024, respectivamente. Si bien ambas son celebradas por sus méritos artísticos, el público también se divirtió durante las escenas fundamentales y cargadas de sexualidad protagonizadas por las poderosas protagonistas femeninas de estas películas. Este fenómeno revela un diálogo más profundo sobre las opiniones sociales sobre la sexualidad de las mujeres.
¡Spoilers de *Pearl* y *Nosferatu* a continuación!
Reacciones a escenas de terror no convencionales
El revuelo en las redes sociales tras el estreno de *Nosferatu* es inolvidable, sobre todo teniendo en cuenta las risas que estallaron durante los momentos íntimos de Ellen, caracterizados por inquietantes señales visuales de su clímax mientras el Conde Orlok acechaba cerca. Del mismo modo, *Pearl* provocó risas durante una escena en la que la protagonista montaba un espantapájaros, imaginando una conexión romántica con un proyeccionista local. Los memes que proclamaban “¡Estoy casada!” añadieron una capa de comedia, lo que provocó la pregunta: ¿por qué el deseo de las mujeres es tan a menudo una fuente de risa?
Si analizamos estas reacciones desde una perspectiva social, descubrimos una contradicción. En un mundo saturado de imágenes sexuales, la autenticidad de las experiencias sexuales de las mujeres sigue en gran medida sin abordarse, lo que genera incomodidad y, paradójicamente, diversión en esas representaciones tan crudas. La risa no es simplemente una respuesta al shock; surge de una reticencia cultural arraigada a abordar abiertamente las realidades sexuales de las mujeres.
Explorando el tabú
Este comentario no tiene como objetivo criticar el comportamiento en el cine (¡dejando de lado el uso del teléfono móvil durante las películas!).Más importante aún, exige una conversación más amplia sobre la sexualidad, especialmente la experiencia femenina. Es esencial desmantelar los tabúes que rodean el placer sexual de las mujeres, tal como se refleja en las películas de terror recientes, que desafían las narrativas convencionales y las normas sociales.
La comedia y el terror como catalizadores
En un panorama mediático plagado de contenido sexualizado, los debates sobre el placer de las mujeres siguen siendo escasos. La comedia y el terror sirven como plataformas poco convencionales pero eficaces para explorar las realidades de las experiencias sexuales femeninas. Cabe destacar que Jenny Slate habla de la masturbación sin vergüenza tanto en su rutina de comedia como en sus memorias, *Little Weirds*.Su disposición a combinar la vulnerabilidad con el humor resuena profundamente, revelando la posibilidad de identificarse con los deseos a menudo ignorados de las mujeres.
Además, películas de comedia como *Booksmart* y *Bottoms* han abordado temas de autoexploración, haciendo referencias alegres pero significativas a la autonomía sexual de las mujeres. Tales representaciones podrían derribar barreras y normalizar las conversaciones en torno a la masturbación y la autonomía sexual.
El contexto importa
A pesar de la forma lúdica de abordar la sexualidad, existe una realidad incómoda: las mujeres siguen lidiando con las presiones sociales en relación con sus cuerpos y deseos. La interacción entre el terror y la comedia a menudo aborda esta incomodidad, en particular dada la batalla en curso por los derechos reproductivos y la autonomía corporal de las mujeres en muchas regiones del mundo.
Al observar la difícil situación de Ellen en Nosferatu, vemos a una protagonista atrapada en un ciclo de posesión y metáfora sexual, que en última instancia pone de relieve la vergüenza que aún acompaña a la expresión sexual femenina. El clímax de la película resuena en el público, ya sea como un inquietante recordatorio de las limitaciones sociales o como una fuente de humor incómodo.
La identificabilidad del deseo femenino
De manera similar, el encuentro de Pearl con su espantapájaros refleja un anhelo de conexión en medio del aislamiento, particularmente conmovedor en el contexto del cine de la era de la pandemia. Sus acciones desesperadas plantean preguntas inquisitivas sobre la soledad y la validez de las necesidades sexuales femeninas en tiempos difíciles. El marcado contraste entre la vergüenza social y el humor derivado de sus acciones subraya la lucha que enfrentan las mujeres con respecto a sus identidades sexuales.
Las representaciones auténticas de las experiencias sexuales de las mujeres desafían las representaciones convencionales de la intimidad, y a menudo dejan al público a la vez divertido y perplejo. La risa que provocan estas representaciones no debería restar importancia a la gravedad de los temas abordados, sino que pone de relieve un problema persistente: la vergüenza internalizada que rodea a la sexualidad de las mujeres. En este contexto, la misoginia, más que el humor en sí, es el verdadero adversario que hay que abordar.
A medida que la sociedad lucha continuamente con estos temas, fomentar debates abiertos sobre el placer y la autonomía sexual de las mujeres se vuelve cada vez más vital.
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