
Attack on Titan ha encendido uno de los debates más divisivos en el ámbito del anime moderno con su final. Los entusiastas seguidores elogian la serie por sus temas audaces y giros inesperados en la trama, mientras que los detractores critican el final como un paso en falso que socava la brillantez previa de la narrativa. En el centro de este discurso están las intrincadas ideas presentadas: la percibida «esclavitud» de Eren al destino, las acciones heroicas de Mikasa y la naturaleza moralmente ambigua de los personajes clave.
Sin embargo, sostengo que este debate podría estar pasando por alto un punto crucial.El verdadero problema no radica en las ideas en sí, sino en cómo se ejecutaron. Aunque algunos conceptos eran prometedores, sucumbieron a un diálogo deficiente, un ritmo apresurado y decisiones narrativas cuestionables. Al reflexionar sobre el final, quedó claro que numerosos errores eclipsaron lo que podría haber sido una exploración profunda de estos temas.
La compleja dinámica de la relación entre Eren y Mikasa
Cómo se descuidó el punto emocional clave de la trama

La profundidad emocional que rodea los sentimientos de Eren por Mikasa estaba destinada a ser un momento crucial en la conclusión de la historia. Esta revelación podría haber enriquecido sus interacciones y profundizado el trágico arco narrativo de Eren. Sin embargo, la entrega la transformó en una experiencia incómoda, carente de la introspección necesaria. El diálogo confesional de Eren estaba estructurado de manera extraña, centrado en relaciones futuras hipotéticas que disminuyeron la importancia de la escena.
Cuando declaró: “Quiero que ella piense en mí y en nadie más por el resto de su vida”, sonó demasiado simplista y distrajo del peso de la situación. En lugar de iluminar su conflicto interno, este momento se basó en una expresión melodramática, convirtiendo a Eren en un mero arquetipo de posesividad. En consecuencia, el acto final de Mikasa de terminar con la vida de Eren parecía superficial, carente de la acumulación significativa que podría haberlo hecho impactante.
Aunque el sacrificio de Mikasa se presentó como una culminación conmovedora de amor y valentía, la ausencia de una base sólida lo hizo sentir profundo y vacío, lo que contribuyó a perder la oportunidad de realzar el contenido emocional de la historia.
El afecto de Ymir por el rey Fritz: una oportunidad perdida
Un concepto interesante que no logró desarrollarse

Una de las revelaciones más controvertidas fue la sumisión de Ymir a Karl Fritz, presentada como una expresión de amor. A primera vista, la noción del amor como fuerza vinculante en medio del abuso es convincente. Sin embargo, la serie no le dio el matiz que necesitaba a este concepto. La frase que afirmaba que “La fundadora Ymir estaba enamorada de Karl Fritz” se presentó simplemente como una declaración sin el contexto suficiente para evocar un compromiso emocional.
Esta revelación repentina ameritaba un análisis más profundo para integrarla por completo en la historia. Muchos espectadores, incluido yo, nos quedamos perplejos ante las preguntas sobre la persistencia de los sentimientos de Ymir durante más de 2000 años y cómo influyeron en la maldición de los titanes. Sin una exploración adecuada, el giro resultó artificial, lo que disminuyó la importancia de la liberación de Ymir.
Esta inadecuación se extendió al papel de Mikasa en la liberación de Ymir. Si bien este acto simbolizaba el amor y la libertad, la representación poco desarrollada del personaje de Ymir hizo que la escena fuera menos impactante. Una historia de fondo más desarrollada podría haber amplificado la resonancia emocional de este momento crucial.
Temas clave y arcos de personajes en Attack on Titan
Los temas que invitaban a la reflexión carecían de una ejecución suficiente

Temas ambiciosos como la libertad, la complejidad moral y los costos de la guerra impregnan Attack on Titan. Desafortunadamente, la forma en que se ejecutó el final socavó estas ideas profundas, volviéndolas superficiales en comparación con los episodios anteriores de la serie. Considere el diálogo de Armin con Eren. La tensión entre expresar tanto condena como gratitud encapsula el tono moralmente ambiguo de toda la narrativa.
Sin embargo, comentarios como “Gracias. Te convertiste en un asesino en masa por nuestro bien” sonaron torpes y posiblemente insensibles. En lugar de aclarar lo que estaba en juego emocionalmente, este diálogo confundió los sentimientos que se pretendían transmitir en ese momento, convirtiendo una escena culminante en una experiencia frustrante para los espectadores.
Además, la batalla culminante contra los Titanes Retumbantes se sintió fragmentada y a menudo desorganizada. Personajes como Jean y Connie experimentaron despedidas dramáticas solo para ser salvados rápidamente, lo que hizo que la tensión pareciera insincera. Las victorias inverosímiles de la alianza contra probabilidades abrumadoras restaron valor a los riesgos acumulados y socavaron las muertes trágicas que se habían establecido a lo largo de la serie.
Además, el ritmo apresurado del final exacerbó estas deficiencias. Muchos hilos argumentales se sucedieron demasiado rápido, dejando poco espacio para la contemplación o el crecimiento temático. Los acontecimientos repentinos, como la inesperada habilidad de volar de Falco y la abrupta partida de Yelena, sugirieron una narrativa más centrada en el valor del impacto que en una narración coherente. El final podría haberse beneficiado enormemente de episodios adicionales diseñados para explorar puntos de la trama y arcos de personajes con mayor profundidad.
Las ideas sin ejecución son inútiles
El potencial para un mejor final carecía de una ejecución adecuada

En definitiva, mi valoración es que la conclusión de Attack on Titan no se vio afectada por sus ideas centrales, que realmente aprecié, sino por un fracaso en su ejecución ingeniosa. Conceptos como el camino trágico de Eren, la libertad final de Ymir y las intrincadas discusiones en torno al amor y la libertad tenían el potencial para un final notable. En cambio, el final careció del matiz reflexivo que estos temas merecían.
Una buena narración implica mucho más que simplemente presentar ideas; implica entrelazarlas con profundidad emocional y cuidado narrativo. La conclusión de Attack on Titan falló en este aspecto crítico, presentando temas elevados sobre una base de diálogos pobres, una narración apresurada y preguntas sin resolver. Para quienes nos interesamos por la serie, esta revelación fue una verdad difícil de afrontar, pero esencial para entender cómo se desarrolló finalmente la narrativa.
A pesar de estas deficiencias, Attack on Titan sigue siendo una de mis series de anime favoritas y una fuerza significativa en la cultura del anime contemporáneo, conocida por su capacidad para desarrollar giros de trama impresionantes y provocar debates reflexivos. Sin embargo, su final sirve como recordatorio de que incluso las narrativas más cautivadoras no pueden superar los obstáculos de una ejecución defectuosa.
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