
El siguiente artículo contiene spoilers de The Brutalist. The Brutalist es una película profundamente impactante que analiza las duras realidades del sueño americano, lo que la convierte en una de las experiencias cinematográficas más esperadas de 2024. La narrativa se centra en László Tóth, interpretado por Adrien Brody, un arquitecto judío-húngaro que escapa de los horrores de un campo de concentración y se muda a los Estados Unidos. Al establecerse en Filadelfia, conoce al adinerado Harrison Van Buren (Guy Pearce) y a su hijo, Harris, lo que lo lleva a emprender un proyecto arquitectónico fundamental que definirá su carrera. Bajo la dirección de Brady Corbet, la película ha obtenido unas asombrosas diez nominaciones al Oscar, incluidas las de Mejor Película y Mejor Actor para Brody.
A pesar de sus elogios, la película ha enfrentado algunas reacciones negativas. Los críticos han expresado inquietudes con respecto a la integración de IA para partes del diálogo húngaro pronunciado por Brody. Además, el público ha cuestionado la sustancial duración de la película, que supera las tres horas, lo que la convierte en uno de los estrenos en cines más largos de los últimos años. Esta duración extendida evoca comparaciones con las aclamadas obras de Martin Scorsese, como Killers of the Flower Moon y The Irishman, aunque The Brutalist presenta de manera única un intermedio aprobado oficialmente, una rareza entre las películas contemporáneas.
Análisis de la duración y la estructura de The Brutalist
Una estructura distinta: dos actos y un epílogo

The Brutalist se desarrolla en cuatro partes: dos actos, un intermedio y un epílogo. El primer acto, titulado “Parte I: El enigma de la llegada”, dura aproximadamente una hora y 40 minutos y sumerge a los espectadores en el sombrío viaje de László por los Estados Unidos durante 1947. Este acto detalla sus luchas y el momento crucial en el que la familia Van Buren le encarga el diseño de un centro comunitario.
Después de este acto, la película presenta un intermedio antes de pasar a la “Parte II: El núcleo duro de la belleza”, que lleva la narrativa hasta 1953. En este segundo acto, László lidia con sus deberes arquitectónicos, problemas de sustancias y la compleja dinámica con la familia Van Buren. Aquí, conocemos a la esposa de László, Erzsébet, interpretada por Felicity Jones, quien emerge como un personaje destacado. A medida que la trama se complica, la familia Van Buren decide detener el proyecto del centro comunitario, lo que impulsa a László y su familia a mudarse a la ciudad de Nueva York, preparando el escenario para una oscura exploración de la ambición y la desesperación.
La película concluye con un breve epílogo titulado “La primera Bienal de Arquitectura”.Este segmento final cambia el foco de atención de László a su sobrina, Zsófia (Ariane Labed), quien reflexiona sobre el trabajo de su tío. Explica cómo el diseño del Centro Comunitario Van Buren se hace eco de la arquitectura de los campos de concentración, simbolizando los intentos de László de superar su trauma. Zsófia se hace eco de una lección conmovedora que le impartió su tío: “No importa lo que los demás intenten venderte, lo importante es el destino, no el viaje”.
La importancia de la longitud del brutalismo
El simbolismo detrás del intermedio

A mitad del primer acto de The Brutalist, László se embarca en un ambicioso proyecto para construir un centro comunitario integral para la adinerada familia Van Buren. Su obsesión con el proyecto afecta significativamente su vida diaria, eclipsando otros aspectos. El intermedio sirve como representación simbólica del significativo paso del tiempo y la naturaleza ardua de las tareas de László, indicadas por el salto de seis años cuando se reanuda la segunda parte.
A través de un hermoso montaje, la película ilustra el ensamblaje gradual del centro Van Buren, mostrando no solo las contribuciones ficticias de László, sino también la impresionante visión de dirección de Corbet. El interludio de 15 minutos actúa como una pausa crítica, que permite al público absorber tanto la duración del proceso de construcción como la gravedad emocional del viaje de László.
Razones del director Brady Corbet para incluir un intermedio
Un respiro necesario para los espectadores

El intermedio de The Brutalist ocurre al final de la “Parte I: El enigma de la llegada”, exactamente en el minuto 1 hora y 40 de esta película extendida de 3 horas y 35 minutos. Durante este descanso de 15 minutos, la pantalla muestra una foto familiar y un cronómetro de cuenta regresiva antes de que la película se reanude entre los sonidos de la música de piano compuesta por John Tilbury, adaptada a la banda sonora de Daniel Blumberg.
Brady Corbet diseñó el intermedio teniendo en cuenta al público, reconociendo su necesidad de un momento para reflexionar y rejuvenecerse tras una experiencia visual tan extensa. En una entrevista con IndieWire, compartió que prefiere hacer una pausa durante las películas largas y señaló: «Me cuesta mucho permanecer sentado durante tres horas y media».
Corbet explicó aún más su razonamiento detrás de la duración exacta de 15 minutos del intermedio en una entrevista con The Times :
“Son 15 minutos porque ese es el tiempo que generalmente tarda la gente en salir, usar el baño, fumar y regresar a tiempo para la segunda parte. Con suerte, el público disfrutará de la experiencia comunitaria”.
La pareja del director, Mona Fastvold, aportó su perspectiva sobre este intermedio. Comparó la experiencia de ver The Brutalist con ver una serie de televisión de corrido, sugiriendo que:
“Ya sabes, la gente se sienta en casa y ve de ocho a dieciséis horas de una miniserie con pequeños descansos entre medias, así que si aplicas esa idea a esta película, simplemente estás viendo la película de corrido con un pequeño descanso en el medio. Así que no tengas miedo del intermedio”.
En algunas proyecciones en cines, el público descubrió que el intermedio seguía a minutos de pantalla en blanco. Este fenómeno se produjo en lugares donde la película se presentó en rollos de 35 o 70 milímetros, lo que hizo necesario cambiar físicamente los rollos debido a que la película se filmó en formato VistaVision, lo que alargó aún más la experiencia de visualización de The Brutalist.
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