Donald J. Trump se prepara para convertirse en el 47º presidente de los Estados Unidos
Con su reciente victoria electoral, Donald J. Trump está oficialmente listo para retomar su papel como el 47.º presidente de los Estados Unidos, cargo que ocupó anteriormente entre 2017 y 2021. Los líderes de la industria tecnológica no tardaron en felicitarlo, lo que demuestra un gran interés en saber cómo su administración afectará a sus sectores.
La influencia del presidente sobre las regulaciones y tarifas
El presidente ejerce una autoridad significativa sobre varias áreas críticas, incluidas las regulaciones y los aranceles, que pueden tener implicaciones de largo alcance para la economía. A lo largo de su campaña, Trump enfatizó su compromiso de reducir las cargas regulatorias para las empresas y al mismo tiempo imponer aranceles a las importaciones. Su objetivo declarado es impulsar a las empresas estadounidenses y mejorar su ventaja competitiva frente a los rivales extranjeros, en particular los de China y Corea del Sur.
Continuando con la agenda arancelaria
Durante su mandato inicial, Trump se centró intensamente en los aranceles como piedra angular de su estrategia económica, en particular en la escalada de tensiones en una guerra comercial con China. En un tuit de 2018, Trump se autodenominó el “hombre de los aranceles”, destacando su creencia en el valor de los aranceles como medida de protección. En un mitin en Latrobe, Pensilvania, declaró: “Los aranceles son la palabra más hermosa del diccionario: más hermosa que el amor, más hermosa que el respeto”, según un informe del New York Times .
Propuestas futuras de tarifas
De cara al futuro, es probable que los planes económicos de Trump incluyan de forma destacada los aranceles, con propuestas que sugieren un impuesto de entre el 10 y el 20% sobre los bienes importados. Es alarmante que este impuesto pueda llegar hasta el 60% para los productos fabricados en China.
Implicaciones para el sector tecnológico
Las repercusiones de un arancel del 60% sobre las importaciones chinas resonarían significativamente en la industria tecnológica. Grandes empresas como Apple y Google siguen dependiendo de la fabricación china para sus dispositivos estrella y, aunque están intentando diversificarse estableciendo plantas de producción en países como India y Vietnam, China sigue siendo un elemento central de sus cadenas de suministro.
El largo camino por delante
La transición para dejar de depender de la fabricación china no es sólo una cuestión de política; exigiría inversiones sustanciales y podría llevar años concretarse plenamente. El director ejecutivo de Apple, Tim Cook, destacó que la decisión de fabricar en China se debe a la experiencia y las habilidades de la fuerza laboral, más que a la mera rentabilidad de la mano de obra. Elon Musk, de Tesla, se hizo eco de este sentimiento, subrayando los desafíos que implica la reestructuración de la cadena de suministro.
Posibles consecuencias económicas
Mientras Trump se prepara para volver a la Casa Blanca en 2025, la aplicación de aranceles podría ser una de sus primeras medidas. Esas medidas probablemente conducirían a un aumento de los precios al consumidor de los productos electrónicos. Por ejemplo, un iPhone 16 de 799 dólares podría superar los 1.200 dólares, lo que reflejaría posibles aumentos de precios de otros dispositivos como los teléfonos Google Pixel y Samsung Galaxy.
Fomentar la producción nacional
Los aranceles elevados también pueden incentivar a los gigantes tecnológicos a trasladar sus operaciones de fabricación a suelo estadounidense. Iniciativas como la decisión de Apple y TSMC de comenzar la producción de chips en Arizona podrían allanar el camino para más iPhones “diseñados por Apple en California y ensamblados en [una ciudad al azar de EE. UU.]”.
Desafíos de la expansión manufacturera en Estados Unidos
Si bien la perspectiva de un aumento de la producción nacional es alentadora, persisten varios desafíos: las empresas deben afrontar los mayores costos laborales, la disponibilidad de trabajadores calificados y la importante inversión que se requiere para nuevas instalaciones de producción.
A medida que avancen estas discusiones, será crucial monitorear cómo se desarrollan las políticas de Trump y su impacto tangible tanto en los consumidores como en el sector tecnológico.
Deja una respuesta