
Que Nicolas Cage interprete el papel de un surfista parece un concepto emocionante, y en general, The Surfer cumple con esta premisa. Sin embargo, es posible que los espectadores sientan la necesidad de confrontar a los australianos locales mientras ven la película.
Esta película, dirigida por Lorcan Finnegan, se centra en un hombre interpretado por Cage que regresa a su hogar de infancia en Australia tras pasar sus primeros años en Estados Unidos (y, por desgracia, Cage no tiene acento australiano).Su ambición es comprar la casa que perteneció a su padre para crear recuerdos junto al mar con su hijo pequeño. En cambio, se encuentra con una exploración poco convencional del localismo, la masculinidad tóxica y los extremos a los que uno puede llegar para pasar tiempo de calidad con su hijo, a menudo bajo sus propios términos.
El Surfista lleva a los espectadores a un viaje surrealista lleno de intriga y entretenimiento. El personaje de Cage se encuentra en una posición en la que se niega a abandonar la playa, no por necesidad, sino por una férrea determinación de demostrar su rectitud. El antagonista local, Scally (Julian McMahon), fomenta una mentalidad de culto entre los bañistas, enseñando a un grupo de hombres que el sufrimiento es parte integral del surf. Aunque las mujeres no están explícitamente prohibidas, su ausencia en la película es notable.
A lo largo de gran parte de la narrativa, el personaje de Cage deambula por la playa, sometido a la manipulación y hostilidad de los lugareños. Desde el dueño de una cafetería que afirma engañosamente no haberle robado el reloj a Cage hasta los lugareños que le quitan el transporte, el protagonista se enfrenta a la degradación, que culmina en una situación desesperada en la que casi recurre a comer una rata para alimentarse.
Desafiando la masculinidad convencional
Sería fácil que El Surfista se convirtiera en una representación de hombres con mal comportamiento sin un contexto sustancial. Sin embargo, hay una narrativa más profunda en juego. La lucha de Cage no se limita a recuperar la casa de su padre; es su errónea creencia de que esta adquisición reparará la fracturada relación con su hijo. Está convencido de que poseer este bien tangible resolverá sus problemas familiares.
Esta mentalidad refleja un pensamiento tradicionalmente masculino: la idea de que el éxito o la adquisición material pueden equivaler a la satisfacción emocional. Muchos se identifican con esta narrativa, ya que evoca las experiencias de generaciones anteriores. Sin embargo, al combinarse con la influencia de culto de McMahon, The Surfer evoluciona más allá de una simple excursión psicodélica hacia una reflexión sobre la masculinidad y la conexión humana.
A pesar de algunos problemas de ritmo y la naturaleza repetitiva del arco argumental de Cage, que a veces puede resultar agotadora, este aspecto es previsible en películas de este género. La estructura de la película responde a una decisión narrativa deliberada, no a un descuido.
En conclusión, The Surfer destaca como una de las actuaciones más distintivas de Cage, ofreciendo una fascinante reflexión sobre su trayectoria profesional reciente. Sin embargo, les advertimos: los espectadores podrían querer defender el personaje de Cage ante las injusticias que sufre.
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