Advertencia: Este artículo contiene spoilers de Babygirl . En su último thriller erótico titulado Babygirl , la directora Halina Reijn incluye ingeniosamente imágenes recurrentes de perros, lo que cumple un importante propósito simbólico a lo largo de la película. La narrativa se centra en la directora ejecutiva de tecnología Romy Mathis, interpretada por Nicole Kidman, quien navega por una relación compleja con Samuel, interpretado por Harris Dickinson, mientras también está acompañada por Antonio Banderas como su esposo, Jacob. Mientras Romy se involucra en una relación marcada tanto por la edad como por la dinámica de poder con Samuel, se embarca en un viaje de exploración sexual que desafía sus límites anteriores, todo mientras enfrenta el riesgo de perderlo todo.
La película se adentra profundamente en los paisajes psicológicos y emocionales de los personajes, en particular el de Romy, y revela gradualmente las capas de sus deseos y motivaciones. Gracias a su análisis reflexivo de temas como el consentimiento, la autoridad y las relaciones íntimas, Babygirl se ha convertido rápidamente en un triunfo de taquilla para A24, reafirmando la destreza de Kidman en papeles que desafían las normas sociales. Basándose en sus logros anteriores en el género del thriller erótico, esta película subraya de manera refrescante los matices de la dinámica de poder dentro de las relaciones a través del simbolismo recurrente del perro.
La importancia de la imagen de perros en Babygirl
La conexión entre Romy y Samuel
Al comienzo de Babygirl , los espectadores se dan cuenta del descontento de Romy con su intimidad marital cuando ocurre un dramático incidente que involucra a un perro. Un perro grande en la calle lanza un ataque no provocado, amenazando a quienes lo rodean, incluida Romy. Justo cuando la situación se intensifica, ella es testigo de la actitud tranquila de Samuel mientras somete sin esfuerzo al feroz animal, lo que enciende una intriga instantánea entre ellos. A medida que se desarrolla la trama, Romy pronto se entera de que Samuel es uno de sus pasantes, lo que despierta aún más su interés en él y su carácter distintivo.
El violento encuentro inicial con el perro y la habilidad de Samuel para manejarlo marcan un momento crucial, actuando como una puerta de entrada tanto literal como metafórica para la relación entre Romy y Samuel. Además, en las escenas finales de la película, la ensoñación que surge en la mente de Romy refleja su apego emocional a estos eventos; imagina a Samuel en su cita en el hotel, mezclándose con un perro que le recuerda el encuentro en la calle. Este tema recurrente solidifica la importancia de su interacción inicial en la formación de los sentimientos de Romy.
Cómo las imágenes de perros reflejan el desarrollo del personaje de Romy
El perro como catalizador del autodescubrimiento de Romy
La fascinante interacción entre Samuel y el perro no sólo sirve como catalizador de la atracción de Romy hacia él, sino que también inicia su despertar a sus propios deseos. Aunque parece tener una vida próspera como una mujer de negocios de alto poder, su insatisfacción interior, en particular en lo que respecta a su vida íntima con Jacob, es palpable. Después de su conexión con Samuel, surgen fuertes fantasías sobre su capacidad para dominar al perro, lo que está vinculado a sus sentimientos de anhelo por una dinámica similar en su vida.
El deseo de Romy se materializa durante su encuentro clandestino en el hotel, lo que le ofrece una muestra de la satisfacción sexual que se le había escapado en su matrimonio. Esto se completa cuando sus deseos de sumisión se hacen eco en su comportamiento hacia Samuel, donde imita la sumisión del perro mientras se acerca a él en cuatro patas, difuminando aún más las líneas de poder y control.
¿Romy sigue enamorada de Samuel al final de la película?
Interpretando el final abierto de Babygirl
La conclusión de la película entrelaza de manera creativa la fantasía de Romy sobre el perro y Samuel con su reconciliación y encuentro íntimo con Jacob. Durante un momento apasionado, la mente de Romy regresa a sus experiencias con Samuel, lo que hace surgir emociones que antes habían quedado eclipsadas por sus deberes maritales. La yuxtaposición de la purga de años de deseo insatisfecho dentro de su matrimonio con sus apasionados encuentros con Samuel plantea preguntas fundamentales sobre las emociones que alberga Romy.
A lo largo de esta escena, Romy parece liberada para expresar sus deseos abiertamente, lo que resalta su nueva voz en la relación con Jacob. Sin embargo, la persistente fantasía de Samuel podría no representar únicamente un afecto persistente; más bien, enfatiza el viaje de Romy para reconciliar sus deseos con su realidad. En última instancia, Babygirl presenta una narrativa en la que Romy busca activamente la realización en su matrimonio, lo que encarna su recuperado sentido de autonomía.
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