
Una adaptación verdaderamente convincente de Stephen King resuena en el público al provocar conmoción, miedo y profunda reflexión. La película The Monkey de Osgood Perkins cumple con todos esos requisitos y supera las expectativas.
Esta película puede interpretarse como una plétora de escenarios intrigantes y fatales; sin embargo, esa visión simplista no resume su esencia.The Monkey ahonda en temas profundos como el trauma familiar y el bagaje generacional que transmitimos a nuestros hijos. Con el propio linaje notable de Perkins, el tambor metafórico suena aún más fuerte.
En el centro de la historia se encuentran Hal (interpretado por Theo James) y su hermano gemelo Bill (también interpretado por James), de quien se había distanciado. Su complicada relación tenía sus raíces mucho antes de que un siniestro mono, introducido por su negligente padre (Adam Scott), comenzara a causar estragos y a cobrarse las vidas de sus seres queridos, entre ellos su cariñosa madre Lois (Tatiana Malany) y su tío (Perkins).
Fiel al estilo narrativo de King, Perkins amplía la narrativa de su cuento, obligando a los espectadores a examinar sus propias relaciones con hermanos y padres. Después de todo, la naturaleza efímera de la vida nos lleva a enfrentar preguntas inquietantes sobre la existencia: ¿morimos pacíficamente mientras dormimos o nos espera un destino espantoso?
Muchos espectadores pueden obsesionarse con las espantosas muertes que se presentan en la película. Si bien participar en estos momentos puede ser agradable, corre el riesgo de eclipsar los temas y las narrativas más ricas que se tratan. La exploración de la paternidad en la película surge como un aspecto más cautivador de la adaptación de Perkins. Aunque los padres representados están plagados de defectos, sus intentos de ser padres revelan capas de complejidad.
Mientras Hal emprende su tumultuoso viaje, su hijo Petey (Colin O’Brien) se enfrenta a una posible transición a una nueva familia con su padrastro (Elijah Wood) durante lo que se supone que será un viaje para estrechar lazos a un parque temático. Sin embargo, la excursión da un giro oscuro cuando la tía Ida (Sarah Levy) es víctima de un trágico accidente.
Años antes, el joven Bill y Hal habían intentado desterrar al Mono arrojándolo a un pozo, pero su regreso anuncia una nueva ola de caos.
Los desafíos de la paternidad
Las sólidas actuaciones de Theo James como Hal y Bill son fundamentales para el éxito de la película. La dinámica entre los hermanos, caracterizada por Bill menospreciando frecuentemente a Hal, llamándolo «tonto», ocupa un lugar central, pero son las luchas de Hal con el trauma paternal las que resuenan más profundamente.
Su padre, un piloto, vive su propio y desgarrador encuentro con el mono al comienzo de la película. Mientras tanto, Lois, su madre, encarna la bondad y el amor, pero se ve envuelta en los desafíos de ser madre soltera y, a menudo, dice cosas que exacerban los problemas de la familia. Sin embargo, frente a la adversidad, encuentran momentos de alegría a través del baile.
Los momentos más impactantes de Lois alimentan la estrategia de Hal para criar a Petey. Su ausencia está motivada por el deseo de proteger a su hijo, más que por la falta de amor, lo que lo obliga a convertirse en un mejor padre de lo que fue nunca, a pesar de ocultarle dolorosas verdades a Petey.
La masacre creativa abunda

La premisa que rodea al mono “de juguete” (es fundamental no etiquetarlo así) es sencilla: si le das cuerda, se desata el caos. La muerte se convierte en el resultado inevitable, pero en una historia adaptada de Stephen King, eso no sorprende.
Lo que distingue a esta película son las imaginativas y horripilantes muertes que se producen: un cartel de “Se vende” en la cara, una escena inspirada en Mufasa y, por supuesto, el famoso incidente de la piscina de frituras, entre otros. Sin embargo, al igual que los asesinatos, los elementos temáticos subyacentes siguen siendo primordiales en la interpretación de Perkins.
En definitiva, The Monkey emerge como una comedia de terror destacada que provoca respuestas emocionales genuinas, y admito abiertamente que me hizo llorar.
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