
Train Dreams requiere un grado considerable de paciencia. Esta película ofrece un viaje contemplativo e íntimo a través del Oeste americano durante principios del siglo XX. Bajo la dirección de Clint Bentley, quien adaptó el guion junto con el coguionista Greg Kwedar de la novela de Denis Johnson, la película evoca las sensibilidades estilísticas de Terrence Malick. Si bien es visualmente impresionante (y cuenta con algunas de las mejores cinematografías exhibidas en el Festival de Cine de Sundance de este año), a menudo cae presa de su propia naturaleza introspectiva, lo que lleva a problemas de ritmo que pueden desafiar a su audiencia.
Sueños de tren: una narrativa demasiado extensa
El atractivo de Train Dreams es innegable, en particular su impresionante fotografía de Adolpho Veloso. Gran parte de la película se desarrolla al aire libre, en pleno disfrute de la belleza natural de los majestuosos bosques y las serenas riberas de los ríos. El protagonista, Grainier, interpretado por Joel Edgerton, se siente frecuentemente cautivado por el paisaje, contemplando las estrellas o deambulando por el bosque en busca de un significado. Si bien su viaje por la vida está marcado por momentos de alegría y tragedia, el tema central de la película gira en torno a la esquiva búsqueda de un propósito.
La película, única en su estilo narrativo, se aleja de la creencia convencional de que todo en la vida tiene un significado inherente. En cambio, ofrece una perspectiva más matizada, sugiriendo que el mundo natural tiene mayor importancia que sus personajes pasajeros. Bentley crea un conmovedor homenaje a personas como Grainier, que contribuyen con su trabajo a la industria maderera pero que siguen siendo en gran medida ignoradas. Esta conexión sirve como recordatorio de que, si bien las acciones humanas tienen consecuencias para la Tierra, no todos los eventos de la vida tienen un significado claro. La inclinación de Grainier a atribuir sus desgracias a una maldición autoimpuesta representa un intento de encontrar una justificación para su sufrimiento, todo mientras deambula por su existencia.
Sin embargo, una de las tragedias clave de la película ocurre prematuramente, dejando al público navegando por una narrativa que a veces refleja la propia desorientación de Grainier.
La exploración de la culpa en la película se extiende más de lo necesario, centrándose en la angustia vinculada a una figura sin nombre cuyo destino se alinea trágicamente con el arquetipo del mudo asiático. La narración, a cargo de Will Patton, toca una nota armoniosa sin volverse demasiado verbosa, pero el diálogo mínimo de la película dentro de su metraje extendido corre el riesgo de disminuir la participación del espectador. Edgerton hace un trabajo encomiable en un papel exigente, pero incluso su sólida actuación no puede superar por completo los desafíos de ritmo de la película. Los momentos de profunda introspección filosófica marcan la trama, particularmente durante los momentos de agitación interna de Grainier. Sin embargo, el dolor general descrito puede eclipsar la narrativa, dejando al público con una sensación de estar a la deriva.
Joel Edgerton ofrece una actuación sobresaliente
Una representación llena de matices
Edgerton se destaca en el papel de Grainier, encarnando de manera auténtica el cansancio y la angustia intrínsecos a la vida de un leñador, una vida marcada por el trabajo duro y el sacrificio. Aunque parece resignado a su destino, añora las comodidades del hogar con su esposa y su hijo. La actuación de Edgerton está impregnada de capas de fatiga y reflexión tranquila, oscilando entre momentos de felicidad y tristeza. Su físico complementa las agotadoras exigencias de la tala, ya que su papel, principalmente silencioso, le exige expresar una gran cantidad de emociones a través de matices faciales y lenguaje corporal.
Felicity Jones también brilla como Gladys, interpretando una presencia fuerte y protectora que maneja hábilmente el hogar y las finanzas familiares. La química entre ella y Edgerton es palpable, lo que realza la profundidad emocional de la película. Mientras tanto, las actuaciones de reparto, como la de William H. Macy, cuyo breve pero impactante papel agrega textura a la narrativa, enriquecen aún más la experiencia general. A pesar de los momentos convincentes de la película y sus impactantes efectos visuales, sus exploraciones filosóficas a veces pierden claridad en medio de la repetición, lo que la convierte en una narrativa de ritmo lento que toca los momentos más profundos de la vida sin ahondar en su significado.
Train Dreams se estrenó en el Festival de Cine de Sundance 2025.
Deja una respuesta