
Para muchos entusiastas de la música, el sueño de asistir a un concierto privado de un artista icónico ocupa un lugar destacado en su lista de deseos. Imagine no solo asistir a un espectáculo de este tipo, sino también organizar una reunión con una banda legendaria que se disolvió hace años, lo que le traerá una explosión de nostalgia y alegría. En la película La balada de la isla de Wallis, la determinación de un hombre de cultivar este sueño da un giro inesperado.
Conoce a Charles (interpretado por Tim Key), que vive solo en la isla Wallis, un lugar idílico pero escasamente poblado que se caracteriza por impresionantes playas con acantilados y un paisaje ondulado. Espera recrear un momento mágico invitando a Herb McGwyer (Tom Basden), la mitad del antiguo dúo folk McGwyer Mortimer, a un concierto íntimo. Sin embargo, sin que Herb lo sepa, Charles también ha invitado a Nell (Carey Mulligan), que no solo es la ex compañera musical de Herb, sino también su ex amante.
Este encuentro marca el primer encuentro entre Nell y Herb después de casi una década de separación, y la tensión entre ellos es palpable. Herb, que emprendió una carrera en solitario con el lanzamiento de un álbum inesperado, cortó sin darse cuenta su vínculo creativo con Nell. Aunque Nell parece haber seguido adelante (llegó con su marido Micheal (Akemnji Ndifornyen) a cuestas), las emociones persistentes de Herb resaltan problemas no resueltos derivados de su pasado compartido.
La balada de la isla Wallis: una experiencia alegre
No dejes que su ligereza te engañe: aquí hay profundidad
Charles, aunque es el elemento cómico de la película, posee capas ocultas de profundidad emocional que resuenan bajo su actitud jovial. Su adoración por McGwyer Mortimer es innegable: no deja de reproducir los álbumes del dúo cuando llega Herb, aparentemente incapaz de olvidar el pasado. Si profundizamos más, queda claro que su pasión por la música surge de un profundo sentimiento de pérdida en su vida, en concreto, la muerte de su esposa, que era la verdadera aficionada a McGwyer Mortimer.
De manera similar, Herb se enfrenta a su propia confusión emocional: el dolor de haber perdido su relación con Nell y su carrera, que en su día fue prometedora y que algunos han señalado en broma que se ha convertido en una burla. Este sentimiento se hace evidente al principio de la película, cuando vemos un prototipo de la portada de su nuevo álbum, cuya representación contrasta marcadamente con su estado actual.
Nell es retratada como una persona más centrada. Aunque siente la punzada de la nostalgia por su carrera musical, encuentra satisfacción en su nueva vida en Portland, participando en actividades como la preparación de chutney junto a su esposo. A pesar de extrañar la salida creativa que disfrutaba con McGwyer Mortimer, su identidad no depende únicamente de sus esfuerzos pasados, en marcado contraste con la fijación de Herb. La actuación de Mulligan está compuesta con gracia, encarnando a Nell con matices incluso durante los intercambios más intensos de la película con Herb.
La película fluye sin esfuerzo, caracterizada por un ritmo ligero que subraya sus matices emocionales, tomando a los espectadores desprevenidos con momentos de genuina conmoción. A medida que se desarrolla la historia, las tensiones entre Herb, Charles y Nell aumentan hasta un clímax que parece completamente apropiado, exigiendo la participación de cada personaje y no brindando una salida fácil para ninguno de ellos. Los tres están moldeados por sus experiencias pasadas, y sus respuestas dicen mucho sobre sus narrativas internas.
En general, The Ballad of Wallis Island es una mezcla magistral de humor y sentimiento, que explora sutilmente temas de duelo sin resultar abrumadora. Este delicado equilibrio permite momentos de calidez que transforman el tema potencialmente pesado en una experiencia cinematográfica encantadora.
La balada de la isla Wallis se estrenó en el Festival de Cine de Sundance de 2025 y su estreno en cines está previsto para el 28 de marzo.
Deja una respuesta