
Desde su lanzamiento en octubre de 2021, Windows 11 ha sido objeto de un escrutinio considerable, incluyendo mi evaluación inicial, donde le di una modesta calificación de 6.5/10. Si bien reconocí su atractivo visual, argumenté que tendía a comprometer la funcionalidad. Desde entonces, he explorado este sistema operativo con más profundidad a través de una serie de artículos de «Mirada más de cerca», reflexionando sobre si podría llegar a ser mi sistema operativo principal. Ahora, casi cuatro años después, reviso esta cuestión para ver si mi postura sobre Windows 11 ha evolucionado.
Mi experiencia con Windows 11: una decisión dividida

Mi informática diaria depende casi por igual de Windows 10 y Windows 11. Tengo dos portátiles: mi dispositivo personal funciona con Windows 10, mientras que el del trabajo funciona con Windows 11. Esta división se debió principalmente a un fallo de hardware en el portátil del trabajo que obligó a cambiar el SSD. Cuando me dieron la opción de elegir entre sistemas operativos, opté por probar Windows 11, más por curiosidad que por necesidad. Durante los últimos seis meses, lo he integrado en mi flujo de trabajo con una configuración de arranque dual en mi portátil personal, lo que me ha permitido disfrutar plenamente de ambos sistemas.
Entonces, ¿uso Windows 11 como mi sistema operativo principal? La respuesta es compleja. Disfruto de la familiaridad de Windows 10 y aprecio la nueva experiencia de Windows 11, lo que me lleva a mantener ambos en mi rutina diaria.
Por qué Windows 11 aún no es mi primera opción

Para aclarar, no tengo grandes quejas con Windows 11; sin embargo, la ausencia de ciertas funcionalidades, consideradas esenciales por algunos, no afecta significativamente mi uso. Mi interacción con Windows es bastante convencional: escribo artículos, creo presentaciones, desarrollo paneles y participo en reuniones de Teams. Como no juego videojuegos, las diferencias en el rendimiento no afectan mi experiencia.
Mi reticencia a cambiarme por completo a Windows 11 se debe principalmente a la falta de razones convincentes. Si bien introduce una estética renovada, las funciones adicionales no han influido significativamente en mis actividades diarias.
Desarrollos recientes en Windows 11
Repasemos algunas de las mejoras recientes que Microsoft ha implementado con Windows 11:
- Menú Inicio rediseñado: no recuerdo la última vez que accedí a él directamente; en su lugar, utilizo principalmente la Búsqueda de Windows.
- Funciones de IA: Muchas funcionalidades, como Recordar, son exclusivas de las PC Copilot+.
- Menús contextuales refinados: Los menús de Windows 10 me sirven bastante bien.
- Microsoft Store actualizada: ¿Alguien usa realmente esta función?
- Aplicación de configuración actualizada: las mejoras son bienvenidas, aunque rara vez accedo a la aplicación de configuración a diario.
Aunque hay varias otras actualizaciones, mi opinión es clara: veo méritos en muchas de las mejoras de Windows 11, pero Windows 10 sigue siendo adecuado para casi todas las necesidades de los usuarios. Si bien la última versión ofrece avances, estos no son lo suficientemente sustanciales como para que los usuarios abandonen un sistema operativo funcional al que ya están acostumbrados. Por lo tanto, si bien Windows 11 no es un sistema operativo deficiente, no presenta una necesidad urgente de actualización.
Consideraciones futuras

¿Qué me convencería de cambiar a Windows 11 al instante? Funciones que mejorarían significativamente mi productividad. Si la integración con Teams fuera fluida o si se ofrecieran herramientas de IA que mejoraran mi rendimiento de forma demostrable, valdría la pena considerarlo. Sin embargo, ninguna de estas mejoras existe actualmente.
En un contexto más urgente, Windows 10 llegará pronto a su fin de vida útil (EoL), lo que deja a usuarios como yo con decisiones cruciales sobre seguridad y funcionalidad. Debemos sopesar la opción entre seguir con un sistema operativo sin soporte, actualizar a Windows 11, posiblemente requerir nuevo hardware o incluso migrar a Linux.
Además, existe la posibilidad de que Windows 10 corra un destino similar al de Windows 7, lo que sugiere que, a pesar de los esfuerzos de Microsoft, aún faltan razones convincentes para migrar a Windows 11. La cuota de mercado actual de Windows refleja esta lucha, ya que Windows 10 sigue dominando.
Para fomentar las actualizaciones, es probable que Microsoft esté realizando esfuerzos de última hora antes de la fecha límite de fin de vida útil de Windows 10. En última instancia, podrían requerirse cambios tangibles o características innovadoras que diferencien significativamente a Windows 11 para una verdadera oleada de migración. Hasta entonces, podríamos encontrarnos metafóricamente en la era de un nuevo Windows 7.
¿Ya te has pasado a Windows 11? Si es así, ¿qué te motivó a tomar la decisión? Si no, ¿qué te mantiene al margen? ¡Comparte tu opinión en los comentarios!
Deja una respuesta