La inquietante oscuridad de la adaptación de Robert Eggers del clásico de vampiros arrastra al público a un abismo escalofriante, evocando miedo e intriga.
Lily-Rose Depp interpreta a Ellen Hunter, un personaje atrapado por el siniestro encanto del Conde Orlok, interpretado magistralmente por Bill Skarsgård. A lo largo de su vida, esta siniestra figura la acecha. Sin embargo, cuando comienza a experimentar la felicidad con Thomas, interpretado por Nicholas Hoult, las sombras comienzan a amenazar su recién encontrada alegría. Eggers crea con maestría el inquietante ambiente de Transilvania y Alemania, sumergiendo a los espectadores en una atmósfera que los mantiene en vilo.
El tono amenazador de la película envuelve al público; hay una tensión palpable que sugiere que el Conde Orlok podría extender su influencia en cualquier momento. Eggers emplea un estilo visual sorprendente caracterizado por un uso deliberado del color y la luz, que amplifica la presencia siniestra de Orlok. Las elecciones estéticas de la película realzan los elementos oscuros y góticos que han cautivado a los entusiastas del terror durante generaciones.
Aunque la narración recuerda algunos puntos de la trama de Drácula de Bram Stoker, como el viaje de Thomas para venderle una casa a Orlok, Eggers reimagina estos momentos para aumentar el suspenso de lo desconocido. El director invita a los espectadores a vivir en una realidad inquietante dominada por la destreza manipuladora de Orlok, donde su control se extiende más allá de lo físico, invocando una sensación de pavor.
El terror de la incertidumbre
Uno de los aspectos más atractivos de la película es su exploración de lo desconocido. Eggers crea un suspenso eficaz en torno a la naturaleza de los poderes de Orlok y su control sobre los personajes. A medida que Ellen se enfrenta a su aterrador destino, el público siente que su vulnerabilidad se intensifica. La película provoca simpatía y miedo, acercando a los espectadores a la impotencia que envuelve a Ellen.
Curiosamente, la dinámica del control de Orlok sugiere una tensión sexual subyacente, un tema común en las narrativas de vampiros. Sin embargo, Eggers se abstiene de glorificar este aspecto y, en cambio, describe el horror opresivo que Ellen grita, desesperada por escapar de una vida envuelta en oscuridad. La atmósfera se vuelve cada vez más escalofriante a medida que Thomas se enfrenta a temores cada vez mayores, iluminados por el amanecer.
La narración teje intrincadamente un miedo profundo, que recuerda el terror eterno presente en el “Nosferatu” original. Además, Eggers añade una crítica contemporánea: la renuencia a creer en las verdades de las mujeres.
La verdad de una mujer: La caída de los hombres
Desde el comienzo de la película, Ellen expresa inquietud por el inminente viaje de su marido y le insta a reconsiderar su decisión. Ignorando sus preocupaciones, él emprende su viaje, mientras que Friedrich Harding, interpretado por Aaron Taylor-Johnson, promete proteger a Ellen, pero se frustra cada vez más con su agitación emocional.
La única figura que ofrece un apoyo genuino es el profesor Albin Eberhart Von Franz, interpretado por Willem Dafoe. Escucha a Ellen y valida sus temores cuando otros la desestiman. Este hilo narrativo pone de relieve un defecto social: la tendencia de los hombres a pasar por alto o subestimar las experiencias de las mujeres debido a su comprensión equivocada de lo que es mejor.
Este tema conmovedor del aislamiento y la invalidación resuena profundamente, lo que hace que la difícil situación de Ellen sea a la vez identificable y desgarradora. Ser testigo de su viaje no solo cautiva, sino que también llama la atención sobre un problema más amplio: las mujeres que se enfrentan a la incredulidad en sus verdades. En consecuencia, “Nosferatu” de Eggers surge como una de las películas más destacadas del año, ofreciendo una reinvención poderosa y relevante de la icónica historia de Stoker.
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