Aprendiendo de Barbie: un incidente con Sydney Sweeney pone de relieve los desafíos actuales que enfrentan los trolls en Internet

Aprendiendo de Barbie: un incidente con Sydney Sweeney pone de relieve los desafíos actuales que enfrentan los trolls en Internet

Se ha convertido en una situación demasiado frecuente: una mujer pisa la alfombra roja maquillada con maestría y luego comparte una imagen sin filtros ni maquillaje. Inmediatamente, algún detractor en línea la califica de “catfishing” (pesca de personas con fines sexuales).Este ciclo continúa sin fin.

Este tipo de situaciones suelen involucrar a algunas de las figuras más impresionantes de la industria del entretenimiento, lo que pone de relieve los estándares de belleza poco realistas que se imponen a las mujeres. El último objetivo de este escrutinio es Sydney Sweeney, la estrella de Anyone But You, que es celebrada por su impresionante apariencia. Sin embargo, en el momento en que aparecen fotos espontáneas de paparazzi o selfies sin maquillaje, los críticos se animan a juzgar su apariencia.

Déjenme aclarar: Sydney Sweeney es innegablemente **hermosa** en cada película en la que los críticos supuestamente encuentran defectos. Sin embargo, su apariencia natural parece provocar indignación entre algunos, que ven su apariencia glamorosa como engañosa. Este sentimiento se hace eco de un problema social más amplio que incluso encontró resonancia en la reciente película Barbie, destacando una narrativa preocupante en la que las mujeres a menudo son consideradas insuficientes.

La última crítica dirigida a Sweeney consistió en una comparación de una foto en la que aparecía maquillada con otra en la que aparecía sin maquillaje, acompañada del comentario: “Sydney Sweeney sin maquillaje es peor de lo que pensaba”.Afortunadamente, una nota de la comunidad calificó esta declaración de sexista y “totalmente grosera”.Sin embargo, sostengo que refleja un problema más importante: ilustra una desconexión entre quienes perpetúan estas narrativas, lo que revela una falta de aprecio genuino por las mujeres.

Piensen en esto: la afirmación de que una mujer sin maquillaje es una “catfish” está impregnada de sexismo. Además, cuando las personas no reconocen la belleza de Sweeney en su estado natural, se plantean preguntas sobre su comprensión de las mujeres. Es como si fueran incapaces de apreciar la autenticidad de las mujeres, especialmente de aquellas que aceptan sus momentos sin maquillaje.

“Es literalmente imposible ser mujer”.

Esta idea resuena con fuerza en Barbie, en particular a través del conmovedor mensaje de Gloria (America Ferrera) a Barbie (Margot Robbie).Ella explica que la condición femenina es multifacética: una puede ser extraordinariamente hermosa y aun así lidiar con sentimientos de inadecuación debido a las percepciones sociales. Sydney Sweeney encarna esta complejidad; su belleza inherente es evidente independientemente de su elección de maquillaje. El dilema radica en la presunción de que usar maquillaje de alguna manera significa engaño, una preocupación que lamentablemente afecta a las mujeres de todo el mundo.

De manera similar, Sabrina Carpenter ha sido objeto recientemente de acoso en Internet, en el que se cuestionaba su apariencia en comparación con sus looks glamorosos. Este descarado desprecio por el arte del maquillaje revela un malentendido entre quienes comentan y señala una brecha significativa en la apreciación de las decisiones de las mujeres.

En definitiva, esto nos lleva de nuevo al monólogo principal de Barbie. La lucha por ser mujer es real e implacable. Si una mujer decide renunciar al maquillaje, corre el riesgo de que la etiqueten de poco atractiva, mientras que usarlo puede dar lugar a acusaciones de engaño.¿Cuándo terminarán estos estándares de belleza inalcanzables? ¿Cuándo reconocerá la sociedad que las mujeres son suficientes, tal como son?

Resulta desconcertante que incluso mujeres tan radiantes como Sydney Sweeney se enfrenten a un juicio tan implacable. En mis conversaciones con Adria Arjona, una persona igualmente deslumbrante por dentro y por fuera, ella compartió sus inseguridades relacionadas con sus roles. Lamentablemente, esta narrativa pinta un panorama sombrío para las mujeres en general. Incluso aquellas consideradas las más hermosas se enfrentan a la dura realidad de que se las considera menos que suficientes, un patrón preocupante que debe cambiar.

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