La nueva versión de Dave Eggers de la clásica película Nosferatu profundiza en temas de sexualidad, centrándose especialmente en la sexualidad femenina. Esta adaptación se basa en la narrativa original de 1922 al incorporar una provocativa historia sexual entre el conde Orlok (interpretado por Bill Skarsgård) y Ellen Hutter (interpretada por Lily-Rose Depp).
Spoilers de Nosferatu a continuación .
La película pretende presentar una exploración audaz de la sexualidad femenina, con la intención de que los espectadores perciban a Ellen como una mujer empoderada. Sin embargo, a medida que se desarrolla la historia, la representación de Ellen desafía esta noción. En lugar de criticar las normas sociales históricas con respecto a la sexualidad femenina, la película la castiga inadvertidamente, reforzando actitudes obsoletas.
Advertencia de contenido: este artículo contiene menciones a agresión sexual y violación.
La sexualidad femenina en Nosferatu
Desde el principio, Nosferatu toca temas de sexualidad femenina. Una escena significativa revela que la adolescente Ellen, acosada por la soledad y el deseo, inadvertidamente llama al Conde Orlok, iniciando un encuentro sexual que rápidamente se convierte en no consensual. Este giro oscuro plantea preguntas alarmantes sobre el tratamiento del deseo femenino.
Después de esta experiencia traumática, Ellen se enfrenta a una profunda angustia. Lamentablemente, al igual que muchas víctimas de la vida real, se enfrenta a la incredulidad y la culpa. Sin embargo, el deseo sexual de Ellen persiste y se manifiesta con fuerza en el contexto de las opiniones sociales de 1838 sobre las mujeres.
La represión de la sexualidad femenina en las sociedades cristianas y europeas del siglo XIX era profunda. Las mujeres que expresaban un apetito sexual intenso solían ser etiquetadas como afectadas por trastornos como “ninfomanía” o “histeria”, considerados signos de debilidad. Melissa Rampelli, de Psychology Today, señala que quienes sucumbían a tales representaciones podían ver su salud física y mental devastada, y el matrimonio a menudo se promocionaba como la supuesta cura.
Nosferatu reconoce este desafortunado contexto histórico, pero no logra ofrecer una crítica contundente. Cuando el conde Orlok regresa a Ellen, ella comienza a mostrar síntomas similares a la “ninfomanía”. Si bien la película podría haber transmitido un mensaje impactante sobre los peligros de reprimir la sexualidad, el mero reconocimiento sin condena deja al público en una situación inquietante. Declarar simplemente el consentimiento no equivale a empoderamiento.
Analizando el verdadero mensaje de Nosferatu
Ellen se refiere constantemente a su encuentro inicial con el conde Orlok como una fuente de vergüenza. La película sugiere que su camino hacia la redención pasa por reavivar esa conexión, lo que la obliga a volver a tener intimidad con él hasta el amanecer, sacrificándose de hecho.
El personaje de Willem Dafoe, el Profesor, la presiona para que realice este acto sacrificial, afirmando que sólo ella tiene el poder de vencer al mal desatado: el vampiro que ha invocado mediante su propio deseo. Su caracterización del anhelo de Ellen como “malvado” complica aún más su viaje.
Resulta absurdamente reductivo insinuar que la curiosidad sexual adolescente de Ellen era lo suficientemente potente como para conjurar un monstruo. La película aborda parcialmente los efectos aislantes de la represión sexual en las mujeres, pero en última instancia continúa castigando a Ellen a pesar de reconocer su lucha. El equilibrio entre la conciencia y el castigo se maneja de manera precaria.
Como observa conmovedoramente Richard Brody de The New Yorker , Ellen se ve obligada a “volver a coger a su violador” para salvar a su comunidad. La narración plantea esto como la culminación de su viaje hacia la libertad sexual, pero confunde un encuentro forzado con el empoderamiento, lo que confunde el mensaje. Brody articula sucintamente que, si bien el desarrollo de su personaje puede parecer progresivo, irónicamente representa una “victoria vampírica”.
La interpretación del triunfo que se hace en la película es fundamentalmente errónea. Ellen no solo se ve obligada a enfrentarse de nuevo a su agresor, sino que también es sacrificada en el proceso. A pesar de los ecos del trágico final de la versión de 1922, su muerte carece de justificación en relación con su segundo encuentro con Orlok. La película la castiga por su curiosidad sexual adolescente y sus deseos continuos como adulta.
Al salir del cine, sentí un profundo vacío. Si bien Nosferatu presenta momentos visualmente impactantes, sus temas subyacentes parecen trágicamente vacíos. Un análisis más profundo de su mensaje solo resalta este vacío. La película intenta elevar a su protagonista femenina, pero en última instancia le impone un castigo aún más severo.
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