‘Flow’ gana un Oscar: redefiniendo los límites en la animación

‘Flow’ gana un Oscar: redefiniendo los límites en la animación

El 2 de marzo, los Oscars presenciaron un momento revolucionario en la historia del cine cuando el premio a la Mejor Película de Animación fue para Flow, una notable película independiente de Letonia creada sin diálogos utilizando software de código abierto. Esta victoria inesperada, que eclipsó a pesos pesados ​​como Inside Out 2 de Pixar —la película de animación más taquillera hasta la fecha que aún enfrentó despidos de personal— y The Wild Robot de DreamWorks, representa un cambio significativo en el reconocimiento de la Academia a las obras de animación.

Flow cuenta la historia de un gato sin nombre en medio de un apocalipsis enigmático y semimágico caracterizado por inundaciones catastróficas en un mundo abandonado por los humanos. La ejecución artística y conmovedora de la película merece la aclamación que ha recibido, mostrando las posibilidades narrativas únicas dentro de la animación.

Perspectivas cambiantes en la animación

El panorama de la animación está evolucionando. Cuando Pinocho, dirigida por Guillermo del Toro, se llevó el Oscar a la Mejor Película de Animación en 2023, marcó un momento crucial para el medio. Del Toro enfatizó apasionadamente en su discurso de aceptación: “ La animación es cine. La animación no es un género. Estamos listos para elevar la conversación en torno a la animación”.Su sentimiento exigía una reevaluación del papel de la animación más allá del mero entretenimiento infantil, un sentimiento que ha sido históricamente evidente en los tipos de películas que reciben nominaciones y elogios al Oscar.

Un claro ejemplo de este sesgo se puede observar en la historia de los Oscar a la Mejor Película de Animación. Desde la creación de la categoría en 2001 hasta 2023, solo un puñado de ganadores (como El viaje de Chihiro y Spider-Man: Un nuevo universo ) han surgido fuera del dominio de Disney, Pixar o DreamWorks. Incluso las películas que se consideraban alternativas, como Happy Feet y Rango, fueron producidas por grandes estudios estadounidenses y estaban dirigidas principalmente a los niños.

Sin embargo, la victoria de Pinocho preparó el terreno para una transformación, seguida finalmente por la nominación de El niño y la garza en 2024, otra película basada en temas para adultos y una narración no lineal, que se distancia aún más de las narrativas infantiles tradicionales. Ahora, Flow continúa esta tendencia emergente, lo que sugiere una nueva apertura dentro de la Academia hacia diversas experiencias animadas.

Una nueva era para la animación

El triunfo histórico de Flow tiene un profundo significado. Es la primera vez que una película letona gana un Oscar, lo que genera orgullo y reconocimiento nacional. El presidente de Letonia incluso elogió esta ocasión trascendental en las redes sociales, y el Oscar ha cobrado protagonismo rápidamente en el Museo de Arte de Letonia. Cuando el director Gints Zilbalodis celebró su 30.º cumpleaños con este reconocimiento, comentó que la gente hacía cola durante más de una hora solo para ver el trofeo.

Además, Flow abre el camino para las películas independientes de animación, al ser la primera de su tipo en recibir el galardón a Mejor Película de Animación. En una industria que enfrenta desafíos, especialmente con despidos sustanciales en estudios importantes como Pixar, este premio llega en un momento crucial en el que las producciones independientes se están volviendo cada vez más viables.

Flow se produjo con un presupuesto modesto de tan solo 3, 7 millones de dólares, un marcado contraste con el generoso presupuesto de 200 millones de dólares de Inside Out 2. Además, en su producción se utilizó Blender, un software de animación gratuito y de código abierto, lo que pone de relieve el espíritu innovador que pueden aprovechar los creadores independientes en contraste con las limitaciones de la industria convencional.

Durante décadas, los grandes estudios como Disney y Pixar han dominado el sector de la animación, y los premios Oscar reflejan esta jerarquía. Sin embargo, la victoria de Flow sugiere que la situación está cambiando. Este momento podría anunciar un futuro más brillante para las animaciones independientes y producidas a nivel internacional, un futuro que abrace la creatividad, la originalidad y la diversidad narrativa.

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