Al revisar la franquicia de Rambo , se destaca un cambio significativo con respecto a los temas centrales que inicialmente resonaron entre el público. La serie, adaptada de la novela de David Morrell, comenzó con First Blood en 1982, donde Sylvester Stallone interpretó a John Rambo, un veterano de la guerra de Vietnam que lidia con los efectos del trastorno de estrés postraumático (TEPT). La franquicia continuó con Rambo: First Blood Part II (1985), Rambo III (1988) y tuvo un reinicio en Rambo (2008), que culminó con Rambo: Last Blood (2019). Con el tiempo, estas películas adoptaron cada vez más violencia gráfica y una representación más caricaturesca de Rambo como un antihéroe invulnerable.
A medida que la serie Rambo avanzaba, comenzó a alejarse de su intención original. En First Blood, Rambo se estableció como un individuo atormentado que lidia con el horrible legado de la guerra de Vietnam. Sin embargo, como se ve en Rambo: First Blood Part II, su personaje se transformó en un héroe de acción por excelencia, y su único arrepentimiento fue su renuencia a participar en más violencia contra el Viet Cong. Esta desviación del propósito fundacional de su personaje marcó una tendencia preocupante, ya que las entregas posteriores exageraron aún más su transformación de un soldado desilusionado a un patriota despiadado dispuesto a infligir violencia extrema en todo momento.
El deterioro gradual de la franquicia Rambo
El legado de First Blood: una oportunidad perdida para profundizar
A pesar de su reputación de película de ritmo rápido en películas posteriores, First Blood sigue siendo principalmente un estudio de personajes. La película describe meticulosamente cómo Rambo se enfrenta al maltrato de las fuerzas del orden locales, que culmina en una confrontación violenta que carece de glamour. Cabe destacar que el cineasta Quentin Tarantino destacó este aspecto en su libro Cinema Speculation, señalando que la película suavizó el final que se encuentra en la novela original de Morrell, donde Rambo muere en medio de su lucha contra las autoridades, lo que simboliza una trágica búsqueda de la paz.
En la secuela, **Rambo: First Blood Part II**, somos testigos de un cambio en el que el horror interno de Rambo por la guerra de Vietnam se transforma en un amargo deseo de revisitar y rectificar el pasado a través de la violencia. Este cambio diluyó su complejo personaje, simplificándolo en un combatiente unidimensional que luego se convirtió en un ícono visceral en películas posteriores.
Rambo se convierte en una parodia de sus propios orígenes
Un alejamiento de los mensajes originales en entregas posteriores
En sus inicios, la franquicia Rambo tenía como objetivo explorar de manera auténtica las cicatrices psicológicas que soportaban los veteranos. Sin embargo, en el momento de **Rambo: First Blood Part II**, la serie ya estaba entrando en un nuevo terreno de glorificación. La narrativa dejó de criticar las acciones militares; en cambio, celebró un tejido de violencia más patriotero, que culminó en películas como **Rambo: Last Blood**. Esta última, con su exceso de sangre y su representación acrítica de la violencia, contrasta marcadamente con el enfoque matizado de la película original, asemejándose a una parodia excesivamente violenta en lugar de a una secuela seria.
Esta evolución —o involución— del personaje de Rambo ilustra una tendencia más amplia en el cine de acción, donde la profundidad del desarrollo del personaje a menudo se sacrifica en aras de la adrenalina de las escenas explosivas. A medida que la franquicia se alejaba de sus raíces, mostró una preocupante adopción del sensacionalismo en lugar de la integridad narrativa.
Fuente: Cinema Speculation (Quentin Tarantino)
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