El colapso de Builder.ai, una startup de inteligencia artificial respaldada por Microsoft, expuso la existencia de una inversión de 1.500 millones de dólares en los ingenieros de la India responsables de las respuestas de la IA.

El colapso de Builder.ai, una startup de inteligencia artificial respaldada por Microsoft, expuso la existencia de una inversión de 1.500 millones de dólares en los ingenieros de la India responsables de las respuestas de la IA.

La inteligencia artificial (IA) avanza a un ritmo sin precedentes, pero conviene ser precavido ante los posibles riesgos de seguir las últimas tendencias sin sentido crítico. Un ejemplo ilustrativo es la startup de IA Builder.ai, que recientemente ha recibido fuertes críticas por sus afirmaciones engañosas.

La inversión de Microsoft en Builder.ai: una advertencia sobre el bombo publicitario de la IA

El sector de la IA, actualmente una de las industrias más valoradas, ha atraído importantes inversiones en los últimos años. Empresas como NVIDIA han prosperado, alcanzando los 3 billones de dólares al capitalizar esta demanda. Mientras tanto, algunas startups han buscado aprovechar el entusiasmo de los inversores, presentando sus ofertas como soluciones avanzadas de IA, como se vio en el controvertido caso de Builder.ai.

Builder.ai comercializó un servicio de desarrollo automatizado de aplicaciones llamado «Natasha», promocionando su capacidad para producir diseños de aplicaciones y código funcional con mínima intervención humana. Esta promesa llevó a Microsoft a invertir 445 millones de dólares en la empresa, anticipando que la IA podría reemplazar gran parte del trabajo humano tradicionalmente requerido para el desarrollo de software. Sin embargo, la realidad fue mucho menos atractiva de lo que sugería la publicidad. La valoración inflada de la startup alcanzó los 1500 millones de dólares, impulsada por sus promesas de entrega rápida de aplicaciones.

Bajo la imagen de marca de IA, el marco operativo de Builder.ai revelaba una verdad sorprendente: la empresa había establecido oficinas en India, donde más de 700 ingenieros se encargaban de escribir el código necesario. Las respuestas, aparentemente generadas por IA, se basaban en plantillas preexistentes, que posteriormente fueron personalizadas por estos ingenieros para satisfacer las solicitudes específicas de los clientes. A pesar de que los materiales de marketing de Builder.ai enfatizaban la revolucionaria tecnología de IA, la realidad era que dependían de los procesos de codificación tradicionales.

Como resultado de estas revelaciones, Builder.ai ha sido objeto de escrutinio por parte de las autoridades reguladoras tanto de Estados Unidos como del Reino Unido. Además, la compañía se ha declarado en quiebra, lo que pone de manifiesto el fracaso de esta startup de IA a la hora de cumplir con las elevadas expectativas generadas por sus anuncios publicitarios. Si bien esta situación no implica que la IA en sí sea una moda pasajera, sirve como advertencia: los riesgos de subirse al tren de la moda pueden provocar importantes contratiempos y desilusión. En el caso de Builder.ai, a pesar del considerable respaldo de gigantes del sector como Microsoft, las capacidades de IA previstas no se materializaron.

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