‘Capitán América: Un mundo feliz’ retrata a hijas distanciadas de Justice en el MCU

‘Capitán América: Un mundo feliz’ retrata a hijas distanciadas de Justice en el MCU

El Universo Cinematográfico de Marvel (MCU) cuenta con una amplia gama de dinámicas padre-hija, desde Tony Stark y su hija Morgan hasta la tumultuosa relación entre Gamora y Thanos. Sin embargo, la película Capitán América: Un mundo feliz se destaca como el primer proyecto que explora en profundidad la realidad de las relaciones distanciadas entre padre e hija.

Advertencia: ¡A continuación hay spoilers leves de *Capitán América: Un mundo feliz*!

Como alguien que ha estado distanciado de su único padre sobreviviente durante casi cuatro años, a menudo me resulta difícil ver mi experiencia reflejada en el cine y la televisión. Las representaciones anteriores del MCU del distanciamiento familiar dejan mucho que desear. Tomemos como ejemplo a Hank Pym (interpretado por Michael Douglas) y su hija distanciada Hope van Dyne (Evangeline Lilly), quienes se reconcilian bastante rápido al final de su primera película. La relación entre Thanos (Josh Brolin) y Gamora (Zoe Saldaña) presenta una narrativa aún más oscura, ya que Gamora sufre a manos de un extraterrestre genocida que asesinó a su familia antes de adoptarla. Tales historias rara vez resuenan en aquellos de nosotros que navegamos por dinámicas familiares complicadas, ya que tienden a centrarse en reconciliaciones sencillas o retratan a los padres como personajes irremediablemente malvados. En este contexto, *Capitán América: Un mundo feliz* presenta a Thaddeus Ross (Harrison Ford), un personaje que encarna la realidad imperfecta de un típico padre ausente, dándole más profundidad a la representación del distanciamiento.

Cómo Capitán América: Un mundo feliz describe con precisión el distanciamiento familiar

Por primera vez desde El increíble Hulk, Ross es una figura central en Capitán América: Un mundo feliz, lo que permite al público conocer su problemática vida personal. Se revela que sigue distanciado de su hija, Betty Ross (Liv Tyler), quien tomó la difícil decisión de cortar lazos después de sus imprudentes intentos de cazar y convertir en arma a su ex novio, Bruce Banner (Edward Norton).Las cuestionables acciones de Ross con los Vengadores y Samuel Sterns (Tim Blake Nelson) complican aún más las cosas. Sin embargo, la película humaniza a Ross mientras lidia con la pérdida del afecto de su hija, lo que ilustra su dolor y arrepentimiento por lo que parece ser una ruptura permanente.

Una escena conmovedora muestra a Ross desesperado ante la tumba de su difunta esposa, Karen, donde se sincera sobre sus temores de que Betty nunca lo perdone. Es importante destacar que *Captain America: Brave New World* se abstiene de retratar a Ross como una víctima; la película muestra sus fallas éticas, incluido un plan importante que fracasa y hace que un individuo inocente sufra por sus errores. En este contexto, mientras lamenta su relación con Betty, los espectadores no pueden evitar empatizar con ella, reconociendo que tomó la decisión correcta al distanciarse de un padre que no ha demostrado un cambio significativo.

En lugar de provocar compasión por Ross, su efusión emocional genera una sensación de satisfacción. Aunque ocupa el cargo más alto del país como presidente, no puede escapar a las repercusiones de sus errores como padre. Para quienes estamos distanciados de nuestros padres, a menudo surgen preguntas sobre su capacidad para cuidar de él. En este sentido, fue reconfortante presenciar una representación que sugería que ni siquiera el poder más alto puede compensar la ausencia de una relación significativa con el propio hijo.

¿Thaddeus Ross también tendrá eco entre los padres?

Otro aspecto atractivo de Capitán América: Un mundo feliz es su imprevisibilidad. A lo largo de la película, esperaba un reencuentro entre Betty y Ross, con la esperanza de un encuentro dramático que los obligara a enfrentarse a su pasado o tal vez incluso un momento durante una visita a los cerezos en flor que significara sanación. Sin embargo, la película desafía estos clichés; Ross finalmente lidia con su propia humanidad y debe lidiar con sus demonios de forma independiente antes de que Betty pueda siquiera considerar volver a entrar en su vida.

La narración deja claro que no es responsabilidad del niño reparar la relación con un padre que le ha fallado ni responder a la angustia de éste. En lugar de la reunión que desea, el camino de Ross hacia la reconciliación surge sólo cuando ha tocado fondo y se ve obligado a afrontar las consecuencias de sus actos. Esta representación realista sirve como un duro recordatorio de que, para muchas personas distanciadas, pueden ser necesarios acontecimientos profundos y que alteren la vida para impulsar a sus padres a ser humildes y responsables.

En definitiva, la película pone de relieve que hay oportunidades y momentos que se pierden de manera irreversible debido a la incompetencia de los padres. Cuando aparecieron los créditos finales, mi reacción no fue ni lástima ni simpatía por Ross, sino más bien un reflejo de un hombre que recibe una segunda oportunidad definida únicamente por las condiciones de su hija y basada en la seguridad de que ella está a salvo.

En conclusión, Capitán América: Un mundo feliz me impactó profundamente como hija distanciada, ya que me mostró los desafíos que se enfrentan en este tipo de relaciones y me ofreció un rayo de esperanza. Si bien reconozco que muchos padres pueden carecer de la perspicacia necesaria para verse reflejados en el personaje de Ross, espero que esta película impulse a algunos a reflexionar sobre sus propias acciones, considerando los posibles riesgos del distanciamiento y la imposibilidad de recuperar lo que han perdido.

Fuente e imágenes

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *