![Ben Shapiro revela su falta de comprensión de los musicales: un comentario impactante](https://cdn.thefilibusterblog.com/wp-content/uploads/2025/01/Annaleigh-Ashford-and-Josh-Groban-in-the-2023-Broadway-production-of-SWEENEY-TODD-Photo-by-Matthew-Murphy-and-Evan-Zimmerman-e1738016093681-640x375.webp)
La curiosidad nos lleva a menudo por caminos inesperados, y mi reciente exploración del vídeo de Ben Shapiro sobre los “8 mejores musicales” no fue una excepción. En un principio, tenía intención de criticar sus opiniones sobre las nominaciones al Oscar, pero terminé cautivado (aunque perplejo) por su visión del teatro musical.
Como licenciada en teatro, aporto una gran riqueza de conocimientos y una visión personal del mundo de los musicales. Aunque mis opiniones no siempre coincidan con la sabiduría convencional, mi comprensión de la historia y la evolución del teatro musical se basa en el estudio académico y la experiencia práctica. Sin embargo, fue difícil digerir la afirmación de Shapiro de que Rodgers y Hammerstein definen el panorama musical “moderno”.En realidad, su impacto fue fundamental y marcó una era importante conocida como la “Edad de Oro” de los musicales, en lugar de lo que uno podría considerar “moderno”.
A lo largo de su presentación, me di cuenta de algo que me llamó la atención: la perspectiva de Shapiro sobre el género parece fundamentalmente errónea. Expresó admiración por ciertos musicales muy queridos, pero su razonamiento subestimó su importancia. Por ejemplo, su afecto por “Ladies in Their Sensitivities” de Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street fue particularmente desconcertante; no es precisamente una de las favoritas entre los fans de Stephen Sondheim. Sus interpretaciones a menudo revelaban una falta de comprensión de las mismas obras que decía disfrutar.
Además, el comentario de Shapiro sobre clásicos consagrados como South Pacific no logró captar sus complejidades temáticas. Si bien elogió El violinista en el tejado, fue revelador que uno de los aspectos más notables de Sondheim (la profundidad y la crítica inherentes a su obra) aparentemente pasó desapercibido para él. La admiración de Shapiro por Sondheim es particularmente irónica, considerando las creencias progresistas del compositor que probablemente chocarían con las opiniones de Shapiro.
Interactuar con los musicales más allá del disfrute superficial
Una característica sorprendente de las selecciones de Shapiro es su incongruencia temática con sus propios puntos de vista. Tomemos como ejemplo a Sweeney Todd ; sospecho que cometió el error de apoyar al juez Turpin en lugar de captar las ambigüedades morales del personaje. Además, el análisis de Shapiro de Into the Woods demostró una preocupante falta de comprensión de su estructura narrativa y de las complejidades líricas de Sondheim.
Su entusiasmo por West Side Story me hizo cuestionar aún más su apreciación del género. Si bien es una adaptación de Romeo y Julieta de Shakespeare, también sirve como una crítica profunda de las disparidades raciales arraigadas en la cultura estadounidense. Ignorar ese comentario social crítico revela una visión simplista de los musicales como mero entretenimiento.
Curiosamente, todos los musicales de Shapiro que aparecen en la lista proceden de una época pasada, y no incluyen obras de lo que él aparentemente considera la fase “moderna” del teatro musical. Es esencial reconocer que, si bien Hammerstein cambió las reglas del juego con Show Boat y contribuyó al concepto de “musical de libro”, ambos compositores fallecieron mucho antes de los años 80. Su legado dio forma al teatro musical, pero no debería dictar su panorama actual. Un reconocimiento a este hecho podría iluminar la comprensión de Shapiro.
En definitiva, esta lista de musicales seleccionada no sólo reveló una falta de profundidad en el gusto de Shapiro, sino también un indicio de sus limitaciones creativas. Si bien algunos musicales pueden haber desafiado las normas sociales de su época, muchas de sus selecciones rozan lo tradicional, a menudo teñidas por motivos raciales, un reflejo de la propia sensibilidad poco inspiradora de Shapiro.
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