
Recientemente, el actor Anthony Mackie hizo una afirmación que invita a la reflexión: «La masculinidad ha muerto» con el paso de los años. Es fundamental aclarar que se refiere a la masculinidad auténtica, distinta de la masculinidad tóxica que suele destacarse en los debates contemporáneos.
Cuando las personas lamentan el percibido declive de la masculinidad, esto a menudo da lugar a narrativas conservadoras que equiparan la defensa de los grupos marginados con un ataque a los hombres. Esta retórica a menudo difumina la línea entre la masculinidad sana y sus formas más destructivas. Muchas personas evitan hablar de «masculinidad» debido a la excesiva politización del término, lo que genera temor a que los comentarios sobre su declive puedan servir como lenguaje codificado para la misoginia.
Sin embargo, la perspectiva de Mackie sobre la masculinidad, especialmente con respecto a la crianza de sus hijos, sirve como un poderoso recordatorio de que la masculinidad puede abordarse sin toxicidad.
Redefiniendo la masculinidad: Perspectivas de Anthony Mackie
En una aparición reciente en el podcast The Pivot, Mackie compartió su preocupación por el estado actual de la masculinidad. Comentó: «En los últimos 20 años, hemos vivido la desaparición del hombre estadounidense».Es comprensible que estas declaraciones provoquen ansiedad, sobre todo porque suelen estar asociadas a la idea de que el progreso implica inherentemente el declive de los roles masculinos tradicionales. Sin embargo, Mackie aclaró sus intenciones al hablar sobre cómo inculca valores en sus hijos.
Mis hijos siempre serán respetuosos. Siempre dirán: «Sí, señor, sí, señora».Siempre dirán: «Gracias».Siempre le abrirán la puerta a una señora. Siempre se asegurarán de que su madre esté bien cuidada y bien mantenida.
Mackie explicó sus expectativas para sus hijos, enfatizando la importancia de la responsabilidad y el respeto mutuo. Cree firmemente en criarlos sin indulgencia ni privilegios, instruyéndolos a no incurrir en comportamientos irresponsables y a ser humildes. Su hijo adolescente, por ejemplo, asume importantes responsabilidades en su ausencia, velando por la seguridad de sus hermanos y la de su hogar.
La perspectiva de Mackie revela que los rasgos que valora —respeto, humildad y responsabilidad— contrastan marcadamente con las narrativas dominantes sobre la masculinidad en la América contemporánea. No aboga por un estereotipo de «macho alfa», sino que prepara a sus hijos para adoptar una comprensión más amplia de la masculinidad, que implica responsabilidad y cuidado.
Fundamentalmente, la tendencia social a permitir que los niños permanezcan en un estado infantil perpetuo, marcado por una aversión a la responsabilidad, contribuye a una tendencia preocupante. Con las recientes medidas legislativas destinadas a frenar las iniciativas de diversidad e inclusión, algunos hombres pueden sentirse amenazados por el reconocimiento de experiencias diversas, a la vez que lidian con una epidemia de soledad masculina. Diversas figuras de los medios de comunicación perpetúan la idea de que la falta de habilidades básicas para la vida, como cocinar o gestionar un presupuesto, es en cierto modo una insignia de honor, lo que perpetúa aún más una cultura de inmadurez.
La creciente ira entre los hombres puede deberse a la falta de aspiraciones, exacerbada por los mensajes sociales de que todo lo que desean se puede lograr simplemente por ser hombre. En contraste, el enfoque de Mackie enfatiza que la masculinidad debe ganarse mediante el carácter, la diligencia, el respeto y la comprensión de los deberes hacia los demás.
Es fundamental no definir la masculinidad únicamente desde la perspectiva de la provisión o la protección. Mackie tiene razón al subrayar que el orgullo reside en la capacidad de cuidar y apoyar a los demás. Además, argumenta que un hombre no debería necesitar una estructura familiar tradicional ni un rol de proveedor único para encarnar la masculinidad; incluso un adolescente puede demostrar responsabilidad protegiendo y cuidando a su familia.
Esta definición en evolución de la masculinidad, articulada por Mackie, sugiere que esta se basa en deberes básicos y un sentido de responsabilidad, más que en las dinámicas de poder que dominan las narrativas tradicionales. Desde esta perspectiva, la masculinidad no tiene por qué ser una reliquia del pasado, sino una cultura de respeto y deber que puede prosperar en la sociedad contemporánea.
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