Panorama de 28 años después
- La próxima entrega, 28 años después , enfrenta el desafío de permanecer fiel a las raíces de la serie mientras navega por un género de zombis abarrotado.
- La singularidad de 28 días después radica en su representación de individuos infectados en lugar de zombis tradicionales, lo que inyecta nueva vida al panorama del terror.
- Para diferenciarse verdaderamente, la nueva película debe evitar los clichés convencionales de los zombis y redescubrir la esencia fresca de sus predecesoras.
Con el lanzamiento del primer tráiler de 28 Years Later y su fecha de estreno confirmada, la expectación entre los entusiastas de la franquicia es palpable. Esta película, dirigida por Alex Garland en colaboración con Danny Boyle, insinúa un cambio significativo en la dirección narrativa y temática de la serie. El desafío radica en equilibrar la tradición establecida de la franquicia con la necesidad de forjar una identidad única dentro de un género de terror cada vez más saturado.
En la actualidad, el panorama cinematográfico y televisivo de zombis está en pleno auge, con innumerables títulos que tienen como protagonistas a criaturas no muertas. Esta saturación significa que quedan muy pocos ángulos nuevos sin explorar. La película original 28 Days Later cautivó al público al ofrecer un giro novedoso que iba más allá de la tradición de los zombis. Sin embargo, existe la preocupación de que 28 Years Later pueda perder ese espíritu innovador, arriesgándose a estancarse dentro de una narrativa convencional.
¿28 años después se pierde la originalidad?
El éxito de 28 días después marcó un punto de inflexión en el género zombi, ya que sus antagonistas no eran los cadáveres sin mente que suelen verse en las películas de terror. En cambio, la historia mostraba a individuos que, aunque infectados y movidos por la ira, seguían siendo fundamentalmente humanos. Este enfoque transformó las percepciones comunes de las narrativas zombi, ya que los infectados conservaban sus características humanas, su realidad y su capacidad de sufrir.
Esta distinción crítica planteaba interrogantes sobre la esperanza de vida y la supervivencia; eran susceptibles a vulnerabilidades humanas típicas, como la muerte por inanición. Sin embargo, la lógica narrativa de la película sugería lo contrario, al insinuar una vulnerabilidad inexplorada en relación con el consumo de agua y la naturaleza del comportamiento de los infectados.
28 años después |
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Guión |
Alex Garland |
Director |
Danny Boyle |
Protagonizada por |
Aaron Taylor-Johnson, Ralph Fiennes y Jodie Comer |
La esencia de la película se basa en la premisa de que estas figuras no son muertos vivientes, sino individuos afectados por un fenómeno viral que distorsiona sus impulsos. Necesitan sustento e interacción, aunque esta se vea distorsionada por la incontrolabilidad que genera el virus de la ira.
La secuela, 28 semanas después , exploró las consecuencias del brote inicial mientras la sociedad intentaba reconstruirse tras la pérdida de los infectados. Sin embargo, el resurgimiento del virus debido a individuos infectados de forma encubierta plantea preguntas cruciales para la nueva narrativa. Por ejemplo, ¿cómo ha perdurado la infección y cómo llegan a existir comunidades enteras en medio de esta amenaza constante?
Navegando el desafío narrativo 28 años después
Los primeros detalles de la trama sugieren un mundo invadido por un virus que, al contrario de lo que había ocurrido en entregas anteriores, parece haberse extendido a nivel global. Surgen numerosas preguntas: ¿cómo ha podido persistir la infección sin control? ¿Qué mecanismos permitieron la supervivencia tanto de los infectados como de los nacidos en esta nueva realidad?
Es significativo que los cineastas propongan que el virus ha “evolucionado” a los infectados hasta convertirlos en zombis de pleno derecho, lo que se aleja radicalmente de la intención de las películas originales. Esto representa un momento crítico para Garland y Boyle, quienes deben caminar con cuidado por la cuerda floja narrativa. Deben permanecer fieles a la visión creativa establecida en las películas anteriores y, al mismo tiempo, distinguir 28 Years Later de una plétora de producciones similares.
El camino a seguir implica dilucidar los cambios en la naturaleza y el comportamiento del virus, una exposición necesaria para afianzar la comprensión del público mucho antes del clímax. Si Boyle no logra abordar estos elementos transformadores de manera efectiva, los espectadores pueden encontrarse lidiando con preguntas sin resolver durante toda la proyección, lo que socavaría la legitimidad de la película como secuela.
En última instancia, sigue siendo vital para 28 Years Later forjar una identidad que resuene en medio de un mar de narraciones homogéneas en el género zombi, preservando las narrativas innovadoras que hicieron que sus predecesoras fueran películas destacadas.
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